En esta entrega de la serie “Agronometrics en gráficos”, Sarah Ilyas repasa el impacto de la sequía en el Canal de Panamá. Cada semana la serie examina un producto hortícola diferente, centrándose en un origen o tema específico y visualizando los factores de mercado que impulsan el cambio.
Aproximadamente el 3% del volumen del comercio marítimo mundial atraviesa el Canal de Panamá. Más del 50% del tonelaje que navega por el paso marítimo procede de la ruta comercial que conecta la costa este de Estados Unidos con Asia, seguida de las rutas de América del Sur y Central.
Entre las principales mercancías transportadas a través del canal se encuentran los productos agrícolas. Aunque Panamá tiene un clima ecuatorial que lo convierte en uno de los países más húmedos, este año las precipitaciones han sido un 30% inferiores a la media, lo que ha provocado un descenso del nivel del lago Gatún, que forma un tramo clave del sistema del canal y suministra agua dulce a sus esclusas.
La causa inmediata es el fenómeno de El Niño, que inicialmente provoca un tiempo más cálido y seco en Panamá, pero los científicos creen que el cambio climático puede estar prolongando los periodos de sequía y aumentando las temperaturas en la región. En consecuencia, la Autoridad del Canal de Panamá ha puesto en marcha importantes medidas en respuesta a este desafío climático. El número de tránsitos diarios permitidos para los buques se ha reducido considerablemente, pasando de una media de 36 a 38 en el pasado a 18 previstos en febrero, lo que representa la mitad de lo habitual. Al mismo tiempo, la autoridad también ha reducido el calado (la profundidad a la que puede navegar un buque), lo que significa que algunos barcos deben llevar menos carga. Aunque las lluvias vuelvan a tiempo el año que viene, la congestión del tráfico y las restricciones de calado se prolongarán hasta 2024.
En el caso de Chile, las exportaciones que transitan por el canal han disminuido en las últimas cinco temporadas, aunque siguen representando el 48% de las exportaciones totales del país. La temporada de cerezas en Chile alcanzará su punto álgido en enero, y las uvas, ciruelas, nectarinas y arándanos podrían tener dificultades para llegar al mercado, según Ignacio Caballero, director de marketing de Frutas de Chile, una agrupación comercial que representa a los fruticultores chilenos. Según un informe de Rabobank, los buques que cargan uva de mesa, berries y fruta de hueso en Chile pueden verse afectados por una serie de variables previsibles e imprevisibles en ambos extremos de la cadena. Por ejemplo, retrasos en la recolección y el envasado relacionados con las condiciones meteorológicas, estimaciones imprecisas del momento y el volumen de la cosecha, problemas de atraque y congestión portuaria en Valparaíso, y congestión y retrasos portuarios en el río Delaware antes del viaje de regreso.