Bioestimulantes y semillas: oiremos hablar de ellos, y mucho, en un futuro próximo. Actualmente, los bioestimulantes son cada vez más mencionados en revistas técnicas y en comunicados emitidos por diversos actores del sector agrícola.
Los bioestimulantes son productos naturales que contienen sustancias y/o microorganismos capaces de favorecer el crecimiento y desarrollo de las plantas durante todo el ciclo productivo. Pueden estar basados en algas, ácidos húmicos y fúlvicos, hongos, bacterias e hidrolizados de proteínas, y pueden utilizarse en casi todas las plantas cultivadas.
Cada vez más investigadores y técnicos están convencidos de que los bioestimulantes representan la tercera columna para lograr una agricultura sostenible; producción de manera efectiva.
Para mantener e incrementar el potencial productivo de los cultivos, teniendo en cuenta el cambio climático y las limitaciones al uso de pesticidas y fertilizantes sintéticos previstas por el Pacto Verde Europeo, existen grandes expectativas hacia las Nuevas Técnicas Genéticas y la Agricultura 4.0.
Para los primeros, el objetivo de una nueva regulación de la UE se acerca, pero aún pasará tiempo antes de que sea posible utilizar estas nuevas tecnologías. De hecho, en diciembre de 2023, la propuesta de reglamento no fue aprobada por la Comisión. Algunas modificaciones al texto son necesarias y necesitan aprobación, incluido el etiquetado obligatorio de semillas obtenidas con NGT de primera categoría y un estudio sobre el impacto de la legislación sobre patentes de plantas. Con las elecciones a la vista, no es probable que se alcance un acuerdo antes de 2025.
Por otro lado, las tecnologías 4.0 avanzan lentamente: ya hay varias herramientas a disposición de los agricultores, pero los altos costos y los conocimientos insuficientes hasta ahora han retrasado significativamente su difusión.
Por tanto, la contribución que la microbiología puede aportar hoy en día, tanto a la agricultura ecológica como a la integrada, parece merecedora de gran atención.
Lo último
La acción positiva de los bioestimulantes a favor de las plantas cultivadas se divide en cinco direcciones: resistencia al estrés biótico y abiótico, desarrollo vegetal, eficiencia en el uso de nutrientes, cantidad y calidad de la producción. Los resultados ahora están ampliamente demostrados y están fuera de toda duda. Además, se ha comprobado que la aplicación de bioestimulantes en algunos cultivos hortícolas ha reducido las emisiones de CO 2 entre un 10 y un 20 por ciento.
El uso de estos productos supone también una reducción de la contaminación ambiental y una protección de la biodiversidad, por lo que su mercado está en constante crecimiento, con incrementos anuales de alrededor del 10 por ciento y una facturación de 3.500 millones de euros a nivel mundial.
Apoyar la transición de los agricultores a la agricultura sostenible
El rendimiento económico aún está por evaluarse en su totalidad. De hecho, los bioestimulantes hoy se utilizan principalmente en especies hortofrutícolas, capaces de ofrecer mayores ingresos a los productores. Sin embargo, análisis realizados recientemente muestran que cada euro gastado en bioestimulantes permite una ganancia de 2,78. El límite, si así lo queremos llamar, de los bioestimulantes es su corto periodo de eficacia sobre las plantas; por lo tanto deben aplicarse sobre las hojas o en el suelo varias veces durante la temporada (de tres a nueve, según la especie y el ambiente), a partir de la etapa de plantas ya formadas. Es necesario dar un salto más, que podría representar la aplicación de bioestimulantes directamente sobre la semilla.
Bioestimulantes y semillas, la nueva frontera
Los especialistas trabajan en tratamientos con bioestimulantes directamente sobre la semilla. Esta solución, de confirmarse su plena funcionalidad, podría suponer un avance decisivo en el uso de estos productos. En primer lugar, la distribución de bioestimulantes en las semillas podría garantizar una mayor eficacia, gracias a su presencia desde las primeras etapas de crecimiento. También podría permitir una mayor duración de su efecto, limitando el número de tratamientos adicionales en etapas posteriores. Si esto fuera cierto, la distribución de bioestimulantes directamente sobre las semillas conduciría a dos resultados importantes: mejores rendimientos y al mismo tiempo menores costes.
La investigación y la experimentación en curso deberán proporcionar respuestas y confirmar las esperanzas. Hoy ya sabemos que los bioestimulantes aplicados a las semillas determinan una mejora de la germinación, incluso en situaciones difíciles, un importante efecto iniciador, un mayor vigor de las plántulas y del rendimiento post-trasplante, y un mejor rendimiento.
Todo esto es posible en un contexto de agricultura integrada, con las técnicas de cultivo adecuadas.
Nota del editor: Franco Brazzabeni es consultor comercial y de marketing en el agronegocio internacional, miembro de la junta directiva de Assosementi y de ISF Group y escribe un blog en www.agrinotes.it .
Fuente: SeedWorld