Entrevista en Revista del Campo:
El director ejecutivo de la Asociación de Productores de Semillas plantea que el país requiere avanzar en propiedad intelectual, para mantener la competitividad, permitir la llegada de nuevas variedades y el desarrollo local. Reconoce que se está avanzando en la legislación, manteniendo los cambios propuestos por el gobierno anterior, en protección al privilegio del agricultor y de las variedades tradicionales.
Patricia Vildósola Errázuriz
“El país está enfrentando un tema crucial de competitividad, en el que los principales cultivos están con problemas de precios, rentabilidad y productividad. El año pasado vimos casos concretos de algunas plantas procesadoras que se cerraron agotando posibilidades para los agricultores. Existe una necesidad frutícola de recambio por exigencias de mercados. En el país se está desarrollando investigación. Está también todo el tema del cambio climático y las nuevas plagas y enfermedades. Todo ello implica contar con un sistema de propiedad intelectual adecuado a estas necesidades productivas y comerciales”, enfatiza Mario Schindler, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Productores de Semillas, Anpros.
Se refiere a que podría haber cambios en el proyecto de Ley de Obtentores, -con el que Chile podría suscribir la Upov 91, que fue congelado durante el gobierno de la Presidenta Bachelet al hacerse cargo de los cuestionamientos ciudadanos.
“El Ministerio de Agricultura nos presentó la propuesta de reactivar el trámite a través de indicaciones que apuntan a los tres elementos principales de preocupación ciudadana que tuvo el proyecto anterior y que recoge lo que hizo el ministerio de ese momento, que elaboró un borrador de proyecto de ley. Estas indicaciones las están incorporando de manera integra. Lo interesante, es que este es un trabajo de continuidad que demuestra la importancia de avanzar en un tema tan relevante” recalca Schindler e insiste en que la importancia no es solo para la industria semillera, sino para todo el sector agroalimentario.
-¿Por qué no contar con esta norma limitaría la competitividad del país?
-Para mantener su competitividad Chile necesita mantener el acceso a las mejores variedades del mundo. Hay que considerar que en la producción frutícola, el 95% de las variedades protegidas que se comercializan son extranjeras. Además, el país tiene necesidades de fitomejoramiento. En el ámbito frutícola y agrícola Chile tiene que incentivar su investigación.
Al final son los agricultores los que van a estar recibiendo nuevas variedades de manera permanente. Si no tenemos una sólida protección, este proceso corre el riesgo de detenerse. Lo importante es que el país de confianza que se puede venir a producir, si no la industria global se va a ir a producir a otros lugares, lo que afectará la competitividad del país. El agro necesita ser confiable y estamos perdiendo terreno.
-Pero tenemos la Upov 78.
-Estamos absolutamente al debe con lo que se comprometió en el TLC con EE.UU., respecto de la UPOV 91. En el Acuerdo Transpacífico también está considerado que los países adhieran a la UPOV 91.
Hay que tener claro que cautelar la propiedad intelectual vegetal va a fomentar la investigación local y evitar que vaya a ocurrir que cuando el INIA u otro centro de investigación o una empresa, saque una variedad nueva, sea pirateada al año siguiente.
-Uno de los cuestionamientos sociales que paralizó la propuesta del gobierno anterior fue el privilegio del agricultor a guardar parte de lo producido…
-Eso lo recogió el Minagri del gobierno anterior. Y en lo que nos presentó ahora el ministerio actual se incorpora esa y se establecería que no habría límites de tiempo en términos de este privilegio del agricultor, para los pequeños productores que estén dentro de la definición de Indap. Esto significa que puede guardar parte de la cosecha de una variedad protegida y utilizarla para su propia producción, no para comercialización como semilla. Hay que considerar que nuestra actual legislación ya prohíbe que las variedades protegidas se puedan comercializar. Para los medianos y grandes se establece que se elaborará un reglamento posteriormente que definirá como será.
-Otra preocupación fue que se protegía variedades tradicionales, con lo que las comunidades perdían la posibilidad de cultivarlas.
-Lo que protege la UPOV son los desarrollos de nuevas variedades que solucionan problemas de mercado, sanitarios y comerciales. Una variedad tradicional no cumple las características que se requieren para que sea protegida bajo UPOV. Pero entendemos la preocupación y no vemos problema en poner por escrito y asegurar explícitamente que las variedades tradicionales de comunidades campesinas o pueblos originarios no serán sujeto de protección bajo sistema de registro de propiedades protegidas.
-¿Esta legislación abrirá la puerta a los organismos genéticamente modificados?
-La vinculación entre la propiedad intelectual vegetal y organismos genéticamente modificados no existe. No se les abre la puerta.