Actualmente, cultivar alfalfa en condiciones de secano y con un propósito para pastoreo, es decir, animales que obtienen directamente del potrero el forraje disponible en la pradera, ha sido un cambio tecnológico notable para la agricultura del secano.
Así lo planteó el Dr. Luis Inostroza, investigador de INIA Quilamapu quien forma parte del equipo de investigación en mejoramiento genético de los proyectos INIA La Cruz, “Nueva variedad de alfalfa tolerante al estrés hídrico, para la adaptación de los sistemas ganaderos al cambio climático”, financiado por FIA y “Estudio del potencial de germoplasma nativo de alfalfa para mejorar la tolerancia a estrés hídrico”, financiado por Fondecyt, ambos dirigidos por el investigador Dr. Carlos Ovalle Molina.
Actualmente INIA realiza una de las investigaciones más completas acerca de este recurso forrajero, y lo que se busca es rescatar la tolerancia a la sequía intrínseca que tiene la alfalfa como especie adaptada a las condiciones de secano. Estamos, precisa el especialista, “desarrollando investigación de punta que nos permitirá conocer las regiones del genoma de alfalfa que regulan su tolerancia a sequía”.
En Chile no existe una variedad de alfalfa resistente a sequía, siendo casi un 100% variedades aptas para condiciones de riego. Además hasta ahora no existía información local sobre el comportamiento de variedades aptas para el secano costero y mediterráneo.
Después de 10 años de investigación, INIA y su equipo de expertos, introdujo alfalfas de distintas partes del mundo para rescatar los genes que se habían perdido durante el proceso de domesticación y mejoramiento genético.
Lo que se hizo a través de estudios INIA fue ampliar o manipular la base genética de alfalfa para mejorar su adaptación a estas condiciones. “Introdujimos material genético de alfalfa de lugares donde la alfalfa se originó naturalmente, que es principalmente de Europa y Asia”, recalca el Dr. Inostroza. “Con este material desarrollamos líneas genéticas, cuyo secreto principal es que tienen una base genética distinta a las variedades que se cultivan actualmente”.
Las alfalfas modernas, explica el Dr. Luis Inostroza, investigador INIA, “que se adquieren en cualquier casa comercial han perdido casi un 30% de los genes que tenían sus padres silvestres”. Por ende, destaca, “en esa pérdida de genes también pierde tolerancia a la sequía, a la salinidad, a la acidez de suelo; y esto ocurre porque nosotros le damos las mejores condiciones por lo que no necesita más”.
Actualmente hablar de germoplasmas de alfalfa adaptados a condiciones de sequía y de pastoreo es un tremendo logro para el desarrollo de la agricultura de secano de nuestro país.
En uno de los módulos del tradicional día de campo sobre opciones forrajeras para el secano mediterráneo de Chile, organizado en Cauquenes por la ingeniero agrónomo Viviana Barahona, el especialista explicó cómo se llegó a definir las 10 variedades que actualmente están siendo evaluadas en seis ambientes de Chile desde la Región de Valparaíso hasta la Región de La Araucanía. “Este estudio nos va a permitir recopilar toda la información que exige el Servicio Agrícola y Ganadero, SAG y poder liberar la o las primeras variedades de alfalfa creada en Cauquenes para las condiciones de secano de Chile”.
Desde el punto de vista de la investigación el trabajo que realiza el Dr. Luis Inostroza es efectuar la selección de material genético, basado en análisis estadísticos de la caracterización genética, morfológica, fisiológica y agronómica de las líneas de alfalfa para finalmente identificar cuáles serán los genes asociados a la tolerancia de la sequía de estas plantas.
El especialista participa además en el diseño experimental de los cruzamientos. “Tenemos 250 líneas genéticas que obtuvimos de cruzamientos de padres con alta tolerancia a sequía y persistencia en ambientes mediterráneos como Cauquenes, donde podremos encontrar desde alfalfas tolerantes a la sequía hasta alfalfas tolerantes a la acidez de suelo”.
Como investigadores del INIA, precisa, hemos sido testigos del cambio notable que se ha generado de producir una alfalfa con riego en los mejores suelos a cultivar una alfalfa en condiciones de secano para sistemas pastoriles. “Hemos visto que la alfalfa establecida en Cauquenes dura cuatro temporadas de crecimiento, en un suelo pobre, de origen granítico, sin riego y con lluvias de 500 mm anuales”.
Recuerda el experto que hace 20 años, el cultivo de alfalfa se recomendaba sólo en los mejores suelos de Chile y en condiciones de riego. “Cuando un equipo de especialistas INIA, liderado por el Dr. Carlos Ovalle, inicia los trabajos hace unos 10 años fue realmente impactante el resultado obtenido”, destaca el experto.
Si bien es cierto, “los agricultores en Chile tienen acceso a los mejores cultivares de alfalfa del mundo, dado que empresas dedicada a la genética de alfalfa a nivel global tienen representantes en el país. Pero, precisa, “en la mayoría de los casos, esas empresas genéticas desarrollan variedades para ambientes con suelos de la mejor calidad y con riego”.
El Dr. Carlos Ovalle Molina, del INIA La Cruz, fue un pionero y un visionario porque lo que hizo fue impensado para la realidad chilena. Así al menos lo considera el Dr. Luis Inostroza, “en ese momento no visualizamos el potencial de la alfalfa bajo condiciones de secano. Inicialmente tenía otra línea de investigación y estaba dedicado al estudio de otras especies”, recuerda.
El equipo de trabajo lo lidera el Dr. Carlos Ovalle Molina y lo integran Viviana Barahona, Paulina Etcheverría, Dra. Soledad Espinoza, Dr. Luis Inostroza y Jorge Ivelic-Sáez, además de científicos de las Universidades de Talca; Alejandro del Pozo, de la U. de Concepción y la rizobióloga Macarena Gerding Además de investigadores de Kazajstán, Mongolia Interior y Australia a través del Instituto de Investigación y Desarrollo de Australia.
Este estudio está teniendo un tremendo impacto en los sistemas productivos bovinos y ovinos del secano mediterráneo, toda vez que se dispondrá de este recurso forrajero para períodos críticos. “En la zona mediterránea de Chile la mayoría de los sistemas agrícolas de secano presentan suelos altamente degradados debido a la erosión, al agotamiento de la fertilidad del suelo y al bajo nivel de infiltración de agua”. Por lo tanto, asegura el Dr. Ovalle, “la introducción de una variedad o más variedades de alfalfa para el secano se convertiría en una excelente estrategia para aumentar la productividad de las praderas y sustentabilidad de los sistemas ganaderos en esta importante zona agroecológica del país”. Agrega, “la presencia de ganado ovino y bovino en áreas geográficas donde la pluviometría es muy baja requiere de alimentación durante todo el año sobre todo en períodos largos de sequía”. Con estos estudios, enfatiza el experto, “esperamos generar un impacto importante en zonas donde la pluviometría anual oscila entre 400 y 500 mm anuales”.
Recordemos que la alfalfa es una forrajera, que desde el punto de vista agronómico es considerada un excelente alimento de consumo ganadero por su alto contenido proteico y su capacidad de fijar nitrógeno. Además, posee una raíz pivotante principal muy desarrollada y muchas raíces secundarias, por lo cual resiste bastante bien la sequía al tener estas raíces con un gran campo de acción.
El día de campo sobre Opciones forrajeras para el secano mediterráneo de Chile es uno de los eventos más importantes de los estudios sobre praderas, alfalfas y sistemas productivos rentables y sustentables.
Acerca de INIA
El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) es la principal institución de investigación, desarrollo e innovación agroalimentaria de Chile. Vinculada al Ministerio de Agricultura, cuenta con presencia nacional y un equipo de trabajo de más de 1.000 personas altamente calificadas. Ejecuta al año un promedio de 400 proyectos en torno a 5 áreas estratégicas: Cambio Climático, Sustentabilidad, Alimentos del Futuro, Tecnologías Emergentes, y Extensión y Formación de Capacidades. Estas iniciativas contribuyen al desarrollo agroalimentario sostenible del país, creando valor y proponiendo soluciones innovadoras a los agricultores, socios estratégicos y la población, generando una rentabilidad social que varía entre 15% y 25%, por cada peso invertido en cada uno de sus proyectos.