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Semillas certificadas, una ventaja también para los consumidores

 

Las semillas certificadas son la esencia del trabajo de la industria semillera y, al mismo tiempo, constituyen un valor añadido fundamental para todas las cadenas de producción alimentaria. 

En Italia, la certificación la otorga el CREA-DC, un organismo ministerial, con pruebas que se desarrollan durante un largo periodo de tiempo. Comienza con inspecciones en el campo donde se produce la semilla, sigue con pruebas de laboratorio y, finalmente, con controles durante las fases de elaboración en las fábricas. El control posterior se realiza anualmente, como una verificación adicional de la conformidad de los lotes destinados a la comercialización. Este proceso garantiza los estándares de calidad exigidos por la ley en materia de pureza física y varietal, identidad, germinación y ausencia de patógenos.

Las semillas certificadas, que han sido sometidas a exhaustivos controles de calidad, representan un activo técnico crucial. Garantizan una alta calidad, eficiencia económica, cumplimiento legal, trazabilidad e innovación, ya que los ingresos comerciales financian la investigación varietal.

Todo esto tiene un impacto positivo en toda la cadena de suministro, desde los agricultores, pasando por los comerciantes, la industria alimentaria, hasta la distribución a gran escala y, en última instancia, los consumidores.

Un enfoque para mejorar

A pesar de las innegables ventajas, hoy generalmente reconocidas, el impacto de las semillas certificadas en el mercado es todavía parcial e insatisfactorio. En Italia oscila entre el 65% del trigo blando, el 60% de la soja y el arroz y sólo el 50% del trigo duro y la alfalfa. En el resto de Europa, la situación es más o menos la misma, con porcentajes de uso que van del 30 al 80%. Por lo tanto, una gran parte de la producción agrícola se realiza a partir de semillas no certificadas, es decir, no controladas y no garantizadas, preparadas de manera aproximada y generalmente no profesional. A menudo se trata de semillas ilegales, por lo tanto con riesgo de acciones legales por violación de las leyes sobre semillas y/o de las normas fiscales. En cualquier caso, estos cultivos no permiten ninguna trazabilidad e impiden el acceso a incentivos como el “fondo de trigo duro”, reservado a los agricultores italianos que estipulan contratos de cadena de suministro de al menos tres años y utilizan semillas certificadas. 

¿Por qué esta elección? Muchos agricultores se engañan a sí mismos pensando que ahorrarían dinero. De hecho, en el mejor de los casos, el coste más bajo es de poco más de 20 euros por hectárea, una ganancia pequeña y solo aparente, si tenemos en cuenta todos los inconvenientes de las semillas no certificadas.

Se trata de una forma de operar obsoleta y no competitiva. El Pacto Verde Europeo, teniendo en cuenta sus objetivos y estrategias, exige trabajar con gran profesionalidad y, por tanto, con medios técnicos de alta calidad, como las semillas certificadas. En este sentido, el Ministerio de Políticas Agrícolas, Alimentarias y Forestales italiano ha puesto en marcha una propuesta —presentada por la asociación de semillas italiana Assosementi, y en la nueva Política Agrícola Común 2023-2027— ha establecido que, a partir de la siembra de 2024, para obtener el pago acoplado previsto en Italia para el trigo duro, el arroz, la soja, las semillas oleaginosas, el tomate para la industria, las legumbres y la remolacha azucarera, se requiere el uso de semillas certificadas. Un paso adelante para la agricultura italiana.

El consumidor es clave

El verdadero salto de calidad se producirá cuando la elección de los agricultores no esté condicionada por una normativa, sino por el mercado. Desde esta perspectiva, el elemento determinante será el consumidor. Hoy más que nunca, “el consumidor es el rey”. Es el consumidor quien dicta la dinámica del mercado y guía las estrategias de las empresas. Si algunas leyendas, como “Producido a partir de trigo 100% italiano”, o “De agricultura biológica (o integrada)”, o incluso “Sin aceite de palma”, cada vez más presentes en los envases de diversos productos alimenticios, se consideran estratégicas, mañana podría convertirse en “Producido a partir de semillas certificadas”. Se trata de comunicar al consumidor que las semillas certificadas representan una ventaja importante, que garantiza, entre otras cosas, la salud de los alimentos, su origen, su producción de forma legal y ética. Estos valores son muy solicitados y buscados en la alimentación por los ciudadanos europeos, como lo atestiguan encuestas autorizadas como el Eurobarómetro 2022 – Seguridad alimentaria en la UE. 

Se trata de proporcionar información correcta y eficaz que, si finalmente es recibida por el consumidor, podrá influir positivamente en las decisiones de toda la cadena de suministro.

Un desafío decisivo para el sector de las semillas, en Europa y en el mundo.

Franco Brazzabeni es consultor comercial y de marketing en el sector agroindustrial internacional, miembro del Consejo de Administración de Assosementi y de ISF Groups y escribe un blog en  www.agrinotes.it .

Fuente: SeedWorld

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